Cada Kokeshi cuenta una historia sin palabras. Sin brazos ni piernas, su forma simplificada deja espacio para la imaginación, para los sueños de quienes las crean y poseen. Las líneas suaves y los colores vibrantes de sus cuerpos se entrelazan con la delicadeza de sus rostros pintados, reflejando emociones serenas y un sentido de paz que ha perdurado a lo largo del tiempo.

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